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Era de la Integración

Caminos de la Espiritualidad

A lo largo de la historia, las preguntas ¿Quién soy? ¿De dónde provengo? ¿Cuál es mi propósito? ¿Hacia dónde voy? han permeado la psiquis humana colectiva e individual. Todas las civilizaciones de las que tenemos conocimiento han elaborado sus propias historias, mitos y concepciones para brindar una respuesta que nos brindase raíces a partir de las cuales crecer y prosperar.

Desde el siglo IV de la Era Común en adelante, la espiritualidad fue asociándose cada vez más con las religiones: el Cristianismo se erigió como la verdad absoluta expresada a través del representante de Dios en la tierra, el Papa, y las formas del poder político emanaron desde allí, ungiendo a la Corona de los emperadores de la Europa medieval; el Islamismo considera a Mahoma el representante—equivalente a Jesús para el cristianismo—de Alá en la tierra, y el Corán la verdad absoluta—como la Biblia para el cristianismo—; el Budismo considera a Buda como la expresión de la divinidad en la tierra, y sus enseñanzas la forma de alcanzar el Nirvana, y así podríamos seguir.

Lo que ha ocurrido es que cada religión ha terminado por considerar que su perspectiva es la Verdad Absoluta que expresa lo que en efecto es la realidad y nuestro contacto con ella. Ante las amenazas externas que suscitan otras creencias, la institucionalidad de cada religión condujo a un refuerzo de las tradiciones y costumbres propias de cada cual, considerando ajenas, extrañas y equivocadas a las otras.

Se ha perdido la noción de que cada expresión espiritual es parte componente de una Verdad que jamás es absoluta. Y en este apartado queremos abordar múltiples cosmovisiones que, en apariencia distintas, en el fondo nos llevan al mismo punto: somos seres divinos.