El idealismo es una perspectiva de las relaciones internacionales que enfoca como fundamental la decisión voluntaria de conducirse y realizar en la realidad valores morales y normas éticas tendientes a promover la cooperación mutuamente beneficiosa, la armonía colectiva y la prosperidad global. En este sentido, los Estados deben trabajar juntos para crear un sistema internacional justo y equitativo, basado en el derecho internacional y la cooperación. La diplomacia y el diálogo son los medios más efectivos para resolver conflictos internacionales y la guerra debe ser considerada como una opción de último recurso.
Hasta el siglo XX, los conflictos y guerras entre feudos, ciudades, imperios, etc. eran moneda corriente. La historia de Europa a lo largo de dos milenios es una de conflicto y batallas permanentes. Basta pensar en la Guerra de los Cien años en el siglo XIV y en la batalla de Waterloo de 1813, conflictos que repetían contendientes: Gran Bretaña y Francia. Por esto, nada indicaba que el estallido de la Primera Guerra Mundial pudiera marcar un antes y un después en la historia. Y sin embargo, los avances tecnológicos y la guerra de trincheras provocaron uno de los mayores horrores del siglo XX e hicieron crujir los engranajes de la concepción de la guerra.
Fue tal el descalabro humano que se vivenció en este conflicto que el presidente estadounidense Woodrow Wilson impulsó la creación de la Sociedad de las Naciones (SdN), de manera tal que semejante aberración no se repitiera nunca. Trazando un horizonte de paz y prosperidad colectiva, la idea de Wilson era que las naciones pudieran cooperar para alcanzar mejores condiciones de vida a nivel global. Así nacería la escuela de pensamiento de las relaciones internacionales conocida como Idealismo. Cabe destacar que las propias Relaciones Internacionales tienen como fecha de nacimiento la posguerra de este evento.
Pero el Senado de los EE.UU. rechazó el ingreso del país a la SdN y el Tratado de Versalles en Europa alimentó un fuerte resentimiento en el pueblo alemán así como graves dificultades y distorsiones económicas, que condujeron a una realidad en la que primó el conflicto, la competencia, la separación, el odio y la discriminación, estallando finalmente la Segunda Guerra Mundial [1]. Así, el idealismo sería abandonado por no explicar adecuadamente la realidad y en su lugar tomó preeminencia la Escuela Realista, de la mano del estadounidense nacido en Alemania Hans Morgenthau.
Sin embargo, hoy observamos un horizonte en el que el único realismo es el crudo diagnóstico sobre las posibilidades que tiene la humanidad y sus generaciones futuras por alcanzar una vida en bienestar y prosperidad. Hoy hablamos de sostenibilidad planetaria y cambio climático porque nuestras acciones, decisiones y comprensiones de la realidad han conducido a una forma absolutamente nociva de vinculación para con nuestros recursos y entre nosotrxs como personas.
Por lo que hoy cobra mayor relevancia que nunca el sostener en alto la decisión de guiar nuestras conductas en pos de un horizonte de cooperación, armonía, prosperidad, felicidad, bondad y amabilidad.
[1] Cabe destacar que todo el conflicto y competencia entre las potencias del Atlántico Norte se asentaba sobre la explotación de los recursos naturales y las personas de otras naciones y continentes, como África y América Latina.