Física Cuántica
La física cuántica ha abierto la posibilidad a considerarnos como parte de un campo cuántico en permanente movimiento y conexión. Estamos, probada y fácticamente, absolutamente interconectadxs dentro de este campo. La lógica es sencilla: nuestros cuerpos están compuestos por órganos, cartílagos y hueso, que están compuestos por células, que están compuestas por moléculas, compuestas por átomos, compuestos a su vez por partículas subatómicas. El aire que nos rodea está compuesto por moléculas, átomos y partículas subatómicas. Todo lo que nos rodea está lleno de estas partículas subatómicas interactuando entre sí. No hay un vacío entre un cuerpo y otro, hay una corriente de partículas subatómicas en permanente vibración que conectan todo lo que entendemos como existencia. Tanto a este nivel, como a nivel orgánico y ambiental, somos sistemas abiertos que se influyen unos a otros.
A su vez, esta ciencia nos brinda la posibilidad de comprender nuestras emociones a partir de su dimensión vibratoria. Sí, nuestras emociones son vibraciones medibles (todo es vibración). Abrir la puerta a esta consideración implica tomar conciencia de que las emociones que sentimos son un suceso fisiológico, bioenergético y psíquico, capaz de ser puesto en común de manera intersubjetiva. Podemos conocer qué frecuencia vibratoria se presenta en nuestros órganos y tejidos como las diferentes emociones que experimentamos: amor, envidia, angustia, ira, temor y sus diferentes gradaciones y derivaciones. Esto nos permite observar que hay un componente fisiológico en las emociones y por ende, en nuestro aspecto psíquico.
Otra enseñanza es que todo es energía. Todo lo que hay son cuantos de energía que en su interacción se atraen y repelen dando comienzo a diferentes patrones de proyección de la energía. Estos patrones interactúan entre sí de una forma tal que emergen las formas geométricas que dan basamento a toda la materialización de partículas subatómicas, átomos, moléculas, células y así de lo micro a lo macro. La física cuántica nos confirma que todo está en constante vibración, y sin embargo, un conjunto de principios universales atribuidos a Hermes Trismegisto, situados hace unos 3500 años antes de cristo en el Antiguo Egipto, decía lo siguiente: “Nada descansa; todo se mueve; todo vibra”. Civilizaciones antiguas como la de Tiwanaku, civilización preincaica que existió en la actual Bolivia y norte de Argentina, consideraba que toda la existencia provenía de un mar de energía.
¿Acaso puede ser que la ciencia occidental que nos trajo hasta el momento presente haya pasado algo por alto? ¿Puede que en la ferviente cruzada que se lanzó en el siglo XIX para separar ciencia y metafísica hayamos quedado ciegos de un ojo? En este apartado abordaremos todo lo que podemos aprender de los entendimientos de esta ciencia.
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